¿Qué ha pasado? Ayer apenas eras un niño frágil, con inocencia en los ojos y con sueños a montones, que subía las manos cuando llovía y corría las calles a mitad del día sin importar las malas caras que veías. ¿Ahora quién te conduce?, ¿qué te contiene?, ¿qué te trae inexpresividad? Si en las mañanas, recuerdo, eras un mocoso inquieto, no te importaba el tiempo ni el clima, ni la ciudad, ni el campo, ni las estrellas, ni la luna, ni las flores, ni el recuerdo. ¿Qué te ha pasado ahora? Ahora que andas titubeante y parece no importante lo que haces para ti. ¡El reloj que llevabas puesto para apresurarte a tus sueños!, al instituto, al campo de fútbol, a esperar el bus y a las puestas de sol, sí, recuerdo que dijiste, que las puestas de sol también formaban parte de tus sueños... Pero ahora es distinto, ya llevas mucho tiempo durmiendo y otro poco en las noches hasta el amanecer. Ya no sueñas, a veces solo cierras los ojos y te escondes en algún miedo y allí permaneces, ¿Qué ha pasado contigo?— Quizás la vida es ahora, y pensamos en mañana, entonces en ese instante arrojamos la esperanza y buscamos algún otro camino, porque donde se queda estancado un deseo, puede quedarse estancada el alma, esto es lo que ocurre. Hoy ya rebasas los veinte… no sé a dónde te diriges, y creo que nadie lo sabe, ni siquiera tú mismo admites tu camino. —No sé adónde voy, es cierto, porque no sé dónde estoy realmente, tal vez estoy ocupado en otras cosas, porque algunos antes de comenzar a vivir, cargamos con otra vida y nunca logramos vivir la nuestra; quizás me encuentre temprano, o cuando sea ya demasiado tarde, eso no lo sé. ¡Entonces!,— no sé qué me ha pasado.
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