...En el día era distinto, me quedaba asomado viendo nada y quizás anhelando todo. Me quedaba mirando el desértico día que solo acontecía. En cambio en la noche podía observar la luna mirarme mientras hablaba largas horas con la abrumadora oscuridad. La luna, ella brillaba rodeada de estrellas, yo solo escribía rodeado de sombras. La tarde/noche cuando comenzaba el sol a rebasar las montañas, ese instante, era una roca que comenzaba a rodar hasta quedarse trabada en la soledad que pausaba la noche hasta dejarme indefenso ante algún recuerdo.
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